Zaragoza ha dejado de vivir de espaldas al río y ahora, con análisis microbiológicos que lo avalan, podemos dejarnos llevar por una empresa especializada en deportes náuticos
Texto e imágenes por Elisabeth Iborra
Creo que una vez de pequeña fuimos a almorzar a la orilla del Ebro con toda mi familia, hicimos una barbacoa de chuletas de ternasco que se nos cayeron encima de unas boñigas de cabra y que recuerdo limpiar y comernos con bastante asco, y no me acuerdo de haber vuelto nunca más a pisar la ribera. Lo cual, como mínimo, demuestra que es incierta esa idea absurda que nos han metido en la cabeza de que Zaragoza siempre ha vivido de espaldas al río.
Lo acreditan muy profusa y profesionalmente los geólogos de Ebronautas con fotos de las orillas petadas de maños como Salou, tomando el sol y realizando todo tipo de actividades de ocio familiar y deportivo. Señalan que el momento en el que eso se perdió fue cuando empezamos a cambiar la sanota vida rural por las fábricas que echaban todos sus vertidos tóxicos al agua, como si ésta pudiera con todo, y los bañistas empezaron a volver a sus casas con sarpullidos como si acabaran de salir de Chernóbil.
De eso han pasado unas cuantas décadas y ahora aseguran (con análisis microbiológicos en la mano) que con las depuradoras y todos los esfuerzos y avances para mejorar la calidad de las aguas, se ha logrado como mínimo que, si te caes o te tiras a refrescarte, no te pase nada por echarte un trago. Por lo demás, el Ebro es perfectamente transitable y… da muchísimo de sí, más allá de dar un paseo de secano por la magnífica ribera que nos dejó de herencia la Expo 2008.
Esta empresa de jóvenes expertos en educación ambiental, investigación científica y geodinámica fluvial está permitiéndonos revivir el placer de navegar por nuestro río disfrutando de Zaragoza desde su centro, admirando la belleza del Pilar desde todos sus ángulos y pasando por debajo de todos sus puentes, que no es baladí atravesar el puente de Piedra conscientes de que tendrá 2.000 años en sus cimientos. Lo que es más, paras en el temido pozo de San Lázaro y no te absorbe el agujero negro donde muchos creen todavía que está el mítico autobús. No, tranquilos, el autobús fue recuperado por los bomberos en un alarde de poderío que no fue una maniobra fácil, pero lo consiguieron y ahora la zona está completamente limpia y, si te pilla un remolino, lo máximo que te puede suceder es que te pegues un rato dando vueltas, pero no vas a ser abducido.
En el pozo de San Lázaro escuchando explicaciones… sin ser abducidos.
Lo más arriesgado, te advierten para que siempre sigas sus señales, sería que una corriente fuerte te llevara hacia las ramas enredadas, y como dice Néstor, “a ver cómo pasas a través de las ramas y te recompones molecularmente al otro lado”. El sentido del humor es la tónica de toda la actividad, desde que te entrenan en la base fluvial para que aprendas a manejar las palas y la piragua, hasta los comentarios durante la navegación, las curiosidades sobre la naturaleza en combinación con la arquitectura añadida desde 2008, y las explicaciones en el islote tomándonos una tajada de sandía y unos cacahuetes. Lo cual es un lujo antes inimaginable, con la postal de la Basílica de fondo y las aves volando bajo para posarse a dormir en los árboles de las orillas.
Por cierto, que la temporada oficial de navegación en kayak o balsa neumática con Ebronautas ha comenzado ya en abril de 2021, y ya están disponibles los pasajes. Están abiertos a peticiones privadas, por ejemplo, pueden organizar un descenso exclusivo para un grupo concreto en las fechas y horarios que deseen, tanto en el tramo de Alcalá – Cabañas como en otros tramos que ofrecen atractivos similares como Cabañas – Playa de Matalé (2h), Monzalbarba – Juslibol (3h) o La Cartuja – El Burgo de Ebro (3h30).
Es más, montan expediciones especiales en época de migraciones ornitológicas o del florecimiento de los sauces y demás especies autóctonas, en nuestro particular Hanami aragonés. Aquí se aprovecha toda la belleza que pueda observarse por el cauce del mastodonte acuático para lanzar las piraguas y liarse a remar.
Nota para no entrenados: he de aclarar que el ejercicio es bastante ligero porque el agua te va llevando y no hace falta estar entrenado, de hecho, de los 4.000 clientes que tienen al año, muchos son escolares.
Y sólo en Aragón hay más de 200 kilómetros de río, navegables con garantías de seguridad en piragua con el único requisito de mantener la cautela, observar el caudal y actualizar cada año las corrientes, que han ido variando ante los ojos de estos barqueros del Ebro a lo largo de las 15 temporadas en la empresa y algunos más de experiencia propia como deportistas y geólogos. Precisamente su conocimiento del territorio determinó la ubicación estratégica de su cuartel general en Cabañas de Ebro, que, a media hora de Zaragoza, se encuentra a caballo entre las excursiones por el LIC de los Sotos y Galachos del Ebro y las de los Escarpes del Castellar.
Una recomendación final: No os perdáis sus descensos hasta el anochecer los jueves en Zaragoza, una ocasión extraordinaria de disfrutar de los monumentos más emblemáticos de la “capital del Ebro” con la luz del atardecer, al principio, y con la iluminación nocturna, después.