Soñar, crear, apasionar, imaginar. Son conceptos que Uli Moreno Montana (La Rioja, 1994 ) remarca en cada frase que pronuncia cuando habla de su profesión; a veces consciente, a veces con la ilusión de un niño que no ha dejado de disfrutar de su hobby favorito: “de pequeño hacía pelis con mis amigos. No tenía ni ordenador ni nada, grababa y montaba las películas con el móvil. Uno de esos de entonces, enormes, de los primeros que tenían cámara”, cuenta el director y productor con entusiasmo.
Años después, el chico que comenzó grabando con un móvil ha rodado videoclips de artistas de la talla de Andy y Lucas, María Artés o Maki, ha dirigido y grabado anuncios para instituciones como la Universidad San Jorge, y acaba de publicar su primer libro: «Vive haciendo videoclips: Monetiza tu sueño sin una gran productora detrás»
Hablamos con él de sus últimos proyectos y su trayectoria profesional.
Te has enfocado especialmente en el mundo del videoclip, ¿por qué?
Porque creo que es un sector muy bonito. Al trabajar con músicos las ideas fluyen muy rápido. Es gente creativa y es muy fácil entenderse a la hora de expresar lo que quieres contar con la imagen. Conectas.
Además, a mí siempre me ha gustado mucho la música, y de hecho en su día toqué el piano. Mi hermana canta también. O sea, desde pequeño siempre hemos tenido una afinidad por la música, entonces yo creo que también los tiros vienen un poco por ahí.
Algo así pasó con tu pasión por lo audiovisual …
Sí, de pequeño hacía pelis con mis amigos. Yo no tenía ni ordenador ni nada, y grababa y montaba las películas con el móvil. Uno de esos de entonces, enormes, de los primeros con cámara. También hacíamos efectos especiales con movidas de casa. Siempre he sido el fotógrafo, el que hacía los vídeos de mis amigos, de los viajes de familia … todo como un hobby.
¿Cómo pasaste a convertirlo en tu profesión?
Tuve mucha suerte con mis padres porque me animaron un montón a estudiar algo “relacionado con los vídeos” [risas] “Imagínate que ganas dinero con tu hobby”, me decían. Pero yo no lo tenía claro, me parecía un poco como de película. Sí que siempre he querido tener algo mío, mi propia empresa, aunque nunca me planteé montarme un negocio con mi hobby. Así que estudié un grado superior de Administración y Finanzas y luego me metí en ADE.
Lo dejé. Hice un año y me desesperó totalmente. Empecé a emprender con un amigo, músico, organizando eventos de música electrónica.
Al tiempo empecé a estudiar Comunicación Audiovisual, y retomé lo de hacer vídeos con mis amigos, de risa, para que se viera un poco mi trabajo en redes sociales. Lo hacía con el móvil, pero esta vez lo editaba en el ordenador [risas].
Incluso grabé un corto con mi novia y lo presentamos a un concurso. La gente me empezó a preguntar: “Oye, Uli, ¿haces cosas de publi?” La gente no sabía qué lo grababa con el móvil. Así que decidí comprarme un equipo sencillito, y comencé a hacer vídeos con distintos amigos: una amiga modelo, uno que se dedica al fitness y compite…
Así, poco a poco se me fueron abriendo las puertas y las empresas comenzaron a contratarme para grabar vídeos corporativos, anuncios etc.
Así es cómo comencé, y hasta ahora.

¿Qué opinas del intrusismo dentro del mundo audiovisual?
Esto es algo que iba a tocar antes o después, pero como todo lo que implica algo digital o tecnológico. Hace diez años era muy difícil comprarte una cámara buena por poco dinero. Ahora, existen cámaras profesionales muy económicas e incluso las cámaras de los móviles tienen una calidad que se asemeja a las profesionales.
Al final todo radica en el trabajo que hay detrás y en el valor que tú le estás poniendo a lo que estás haciendo. Si no existe valor y no hay un trabajo real detrás no te puedes considerar creador. El problema es que hoy en día hay mucha gente que se consideran creadores y en realidad no crean. O que cuentan historias y en realidad no las cuentan. Hay mucho trabajo detrás. Ser creador de contenido no es sacar tu móvil y darle a grabar y ya está, aunque puedes ser creador de contenido con un móvil y crear un contenido maravilloso.
¿Crees que es el medio (técnico) el que mejora el producto, o son las historias?
Todo influye. Pero yo soy de las personas que piensa que con equipos de muy poco coste puedes hacer cosas a nivel profesional cien por cien.
Las historias, la composición, el nivel musical, a nivel de ritmo de montaje… Si todo eso es homogéneo y cuaja bien con lo que queremos contar, el medio es algo que puede potenciar la historia, pero no por tener un buen equipo vas a hacer el mejor producto del mundo.
«Hay vIdeoCLIPS muy malos que estropean canciones, y viceversa, canciones muy malas que mejoran con la imagen»
¿Cuáles son las claves de un videoclip de calidad?
Creo que la clave está en que la imagen sea bonita, y que los movimientos de cámara tengan sentido y sean bellos: que no se vean vibraciones, que no se les haya enganchado el estabilizador, que los planos no estén quemados, que el color esté cuidado, que las composiciones sean armónicas …
Básicamente, que todo tenga un sentido, y ese componente “de película”. Si a todo eso además le añades una bonita historia, espectacular.
Un videoclip tiene que ser algo visual: con homogeneidad de color, de montaje, de composición, de ópticas etc. que vayan en armonía con la canción. Hay vídeos muy malos que estropean canciones, y viceversa, canciones muy malas que mejoran con la imagen.
El storytelling entonces igual no sirve para todos los contenidos…
Añadir o no historia al videoclip depende de lo que pida tanto el artista como la canción y su género en sí. Hay videoclips que piden una historia nada más escuchar la canción. Pero, ¿para qué forzar algo que quizás no se necesita?
Al final creo que todo es un tema de imagen. Todo lo demás, suma.
¿Cuáles son y han sido tus referentes a la hora de crear tu estilo?
Creo que el primero es Nuno Gomes, un director venezolano que ha trabajado con los más grandes de la industria del reggaetón. No soy un forofo del reggaetón, pero Gomes crea historias muy chulas y es muy interesante a nivel audiovisual A veces cuenta cómo hacer ciertas cosas, habla de sus experiencias y eso quieras que no, motiva. A nivel videoclips, creo que él ha sido en el que más me he fijado.
A nivel cinematográfico, creo que el principal es Tarantino, aunque lo mío no tenga mucho que ver [risas] Me gusta sobre todo cómo trata del color, es muy potente.
Pero no son mis únicas fuentes de inspiración.
Siempre me ha gustado mucho imaginar, tanto de mi vida como sobre la vida. Me gusta el cine, me gustan las series, me gustan los videojuegos, me gusta la música. Intento coger lo mejor de cada una de las obras que me llaman la atención y lo llevo a mi terreno, hasta crear algo que es mío. He forjado mi estilo en base a todo lo anterior: imaginar, observar, crear, grabar, contar historias.

Recientemente te has lanzado al mundo de la formación …
Sí, acabo de sacar un nuevo curso de creación de videoclips en el que explico cómo es el proceso desde que te llega la canción hasta que exportas y distribuyes.
Estamos ante un cambio generacional muy grande y en mi sector o bien o nadie da rienda suelta, o bien no hay cursos o los libros que hay son de la época de Hitchcock. Tenemos que guiarnos solos, especialmente en el mundo del videoclip.
Por eso, quiero dar esa formación que yo he tenido crearme por mi cuenta. La información directa de alguien que se dedica a ello, mediante práctica. Quiero que vean cómo me desenvuelvo. Cómo me manejo, como llamo a los artistas, cómo negocio una localización, cual es el modelo de postproducción.
Es un trabajo que requiere de una técnica y una teoría, pero es un trabajo más bien práctico y la verdad es que me gusta mucho enseñar, me sale natural.
¿Cuál es el video musical del que te sientes más orgulloso?
Si puedo decir el que más, voy a decir el primero que hice con María Artés: Mis ganas. Me siento muy orgulloso de ese video porque fue mi primer proyecto más ambicioso y del que me tuve que hacer cargo solo de la producción, la grabación, el montaje… conté con un director de fotografía que me echó una mano en muchas cosas, pero tuve que gestionar todos los actores, los horarios con los sitios donde grabamos, en los restaurantes. Lo grabamos aquí en Zaragoza. Fue una explosión de la cantidad de responsabilidades y de roles que tuve que hacer, pero fue algo tan bonito que terminé ese rodaje y al día siguiente lloré de la emoción mientras metía los planos en el ordenador [risas].

¿Cómo dirías que es que ha sido la evolución del Uli, que empezó haciendo vídeos con diez años al de ahora?
Ha sido tremenda. En aquellos tiempos yo quería ser actor, y quién me iba a decir a mí que iba a terminar dedicándome a esto. Tener cierto reconocimiento, más allá de monetizar los vídeos en las redes, que la gente escriba porque le gusta tu trabajo… es un salto importante y muy bonito.
Un libro
El monje que vendió su Ferrari. Me sirvió como inspiración, a querer conseguir más, a luchar, a buscar la vida que siempre he querido.
Una canción
Destino o casualidad, Melendi
Una frase que te defina
«En la simpleza está la grandeza»